De acuerdo a Enrique Dans, la destrucción o caída de la red social Twitter es una prueba de demolición controlada a manos de Elon Musk. Una destrucción con valor de $44.000 millones de dólares que parece no preocuparle mucho a Musk, quien hasta ahora ha demostrado con sus otras empresas (SpaceX y Tesla) conocer cómo llevar una idea loca a ser una idea real y rentable. Pero entonces, ¿cómo puede esa misma persona estar destruyendo un ícono de la comunicación?

Manual para destruir una empresa

Después de la compra de la plataforma de Twitter, Musk ejecuta un recorte del 50% del personal en áreas tan claves e importantes como: Derechos Humanos, accesibilidad, Ética de Machine Learning, transparencia y contabilidad, publicidad, mercadeo, comunicaciones, ingeniería y curación. Duro, ¿no?

Parecen las áreas claves que una compañía de este tamaño no debería eliminar, pero no feliz con esto unas semanas después, y muchos escritorios desocupados, a través de un correo interno se les comunica a los empleados -que quedaban- que a menos que no hagan un "esfuerzo brutal" en sus labores serán retirados de la compañia.

¡Esto sí que es motivador!

Bien por esa Musk.

A pesar de que la tendencia #RIPTwitter nos es nueva pues ya pasó con Instagram, WhatsApp, etc. y aunque algunas de ellas hoy siguen en pie y las usamos todos los días, otras han caído en esa transición. Los movimientos corportativos aparentemente erráticos de Elon Musk pueden tener sentido si pensamos que esta destrucción de los fundamentos de Twitter de una tan forma radical y rápida tiene detrás una estrategia en crear algo totalmente nuevo, crear sin tener que lidiar con ideas o estructuras que aparentemente funcionaban.

¿Por qué es necesario que Twitter sea destruida (#RipTwitter) por Elon Musk? Convirtiendo un problema en oportunidad

Como muchas otras plataformas que han nacido en momentos exactamente iguales, (por ejemplo, LinkedIn que surgió de dos extrabajadores de PayPal), los visionarios y emprendedores están encontrando los puntos claves y reales para responder a las necesidades de los usuarios que posiblemente comiencen a dejar Twitter. Tambien está la posibilidad de que aquellos que se queden en Twitter y decidan creer aun en el proyecto, puedan ser los pioneros de ver algo totalmente novedoso y fresco, muy superior al Twitter que conocemos hoy.

Al final estas crisis siempre permiten que nuevas figuras y plataformas vean la luz. Tal vez no lo veremos en el 2024, 2025 o incluso tarde un poco más en llegar, como tampoco será la última vez que veremos que un magnate decida comprar una plataforma que hasta hace algún tiempo funcionaba bien -si no recuerden cómo era Instagram antes que la comprara de Zuckerberg-.

Tan solo podemos esperar y ver cómo un de los mejores directivos de todos los tiempos lleva a cabo sus ideas y veremos si son efectivas o no